Sir Frederick
Hace no mucho tiempo existía un respeto más o menos compartido hacia
lo que significa el hobby de los wargames. La preparación de un torneo
era un acontecimiento casi litúrgico en el que los jugadores se afanaban
por tener todo listo, todo a punto para mostrar una imagen del hobby
que hoy en día hace aguas por todas partes. Es muy posible que todo esto
tenga mucho que ver con la relajación de las costumbres y los
requisitos que se exigen en los eventos y torneos que se están
realizando. Que esto tiene que ver con la ley del mínimo esfuerzo y la
competitividad malsana que forma parte de la sociedad actual es algo de
lo que no me queda duda. Pero en algo que es un juego, que es un hobby
integral dónde la faceta artística juega un papel clave es algo que no
acabo de entender.
No entiendo –tal vez sea un problema de CI-
cómo alguien puede dedicarse a los wargames y detestar la pintura y el
modelado de miniaturas, que forma parte intrínseca e inseparable del
hobby. No entiendo cómo los promotores de eventos (tiendas, clubes,
asociaciones) pasan de puntillas –o pasan olímpicamente- de exigir a los
jugadores algo más que un simple duelo al amanecer con música de Sergio
Leone de fondo. Están cargándose el hobby –promotores y jugadores- por
acción u omisión, bajando el listón de tal modo que ya no resulta
atractivo ni siquiera para los que llevan mucho tiempo metidos en el
mundillo. ¿Cómo va a entrar nadie nuevo si no hay algo espectacular que
mostrar? Ejércitos mal representados y sin la intención de mejorar, de
pintar algo por muy mal que quede. ¿Dónde está la superación personal de
mejorar en algo que no se nos de muy bien? ¿Dónde queda la búsqueda de
la excelencia en los eventos que se realizan?
Se critica a GW por
su política de “usar y tirar” y hacer caja, pero los jugadores y
promotores de eventos (tiendas, clubes, asociaciones) que no cuidan el
hobby están haciendo eso mismo e incluso peor, porque están agotando la
gallina de los huevos de oro. El hobby te entra por los ojos o no te
entra, y ciertamente, es hoy en día algo más atractivo jugar una partida
a la Xbox o a la Play con sus efectos especiales y gráficos increíbles
que jugar al papelhammer o a algo que “se supone” que es una batalla
entre dos ejércitos. Sin ese factor de espectacularidad que deben
aportar los Torneos como elemento de enganche de jugadores, el hobby
está tocado de muerte.
Es responsabilidad de todos luchar por
conseguir algo mejor que huya de la mediocridad irresponsable, de la
mentalidad cortoplacista que nos lleva proa al marisco. Los proyectos a
largo plazo implican una inversión en tiempo y esfuerzo –más allá de la
inversión económica que depende de cada cual- que debe ser premiada por
los promotores y buscada por los jugadores. Sin ese modelo de expansión,
es imposible que consolide nada, más bien, su inercia natural se
orienta hacia su autodestrucción. Ahí es dónde el Legado de Porto aspira
a jugar un papel clave en la regeneración del hobby, fortaleciendo una
idea que nos ha impulsado a constituirnos como Asociación de Jugadores,
apoyando los eventos que vayan en esa línea, rechazando frontalmente
como grupo aquello que creemos que sólo favorece su desaparición.
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